Invertir en infraestructura suele parecer necesario y oportuno, aunque no siempre es eficiente. El sector marítimo portuario es un buen ejemplo de que la prioridad actual, más que en la inversión, debe estar en la gestión. Es allí donde se pueden y deben hacer cambios con el potencial de impactar significativamente los resultados, con costos de inversión relativamente bajos.
Chile se está quedando atrás en términos de competitividad: el costo logístico de nuestras exportaciones representa el 18% del valor final del producto, el doble que el promedio de los países OCDE.
Una buena gestión es clave para tener una cadena logística más eficiente, sumar competitividad a la industria y promover el desarrollo económico y social de nuestro país. En esa línea, es fundamental que el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, el SEP y las empresas portuarias actualicen los estudios de maniobrabilidad, los planes maestros y los calendarios referenciales de inversiones.
Es también clave promover la digitalización de los procesos en la cadena logística y que la autoridad marítima cuente con instrumental básico necesario y confiable para definir de manera objetiva y precisa las ocasiones de cierre en los puertos.
Por otra parte, lo recaudado por la Tarifa de Uso Portuario (TUP), cobrada por las empresas portuarias a las navieras, debe destinarse a financiar mejoras en las obras de abrigo de nuestro sistema portuario. Los recursos están y se requieren ahora para mitigar los efectos del cambio climático, cuyo principal efecto son las marejadas, que están afectando de manera creciente los puertos chilenos. Por ejemplo, en el Puerto de San Antonio, solo un día de cierre tiene un costo promedio estimado de US$1,6 millones, sin considerar las demoras que esto significa debido a la ruptura de la cadena logística.
En su Plan Nacional de Infraestructura para la Movilidad al 2050, anunciado en julio de este año, el Ministerio de Obras Públicas contempla inversiones por US$50.000 millones, un décimo de las cuales serían destinadas a los terminales portuarios.
Aunque es importante adecuar oportunamente la infraestructura del país para abordar los desafíos de los próximos 30 años, debemos entender que los problemas del sector portuario no se resolverán con un conjunto de proyectos. La clave está en impulsar iniciativas de gestión que permitan producir mejoras de operación en el corto plazo y una optimización de los recursos de inversión para el plan de mediano y largo plazo.
Estamos aún a tiempo para implementar medidas de gestión que, combinadas con las inversiones de mediano y largo plazo, permitan mejorar la competitividad de la industria marítima portuaria, responsable del 95% del comercio exterior de nuestro país.